Por Dr. Guillermo Zurita, médico psicoterapeuta especialista en neurodivergencias
Instituto de Neurodivergencias
Durante años, muchas personas adultas han sentido que su manera de pensar, sentir o relacionarse con el entorno era distinta. Que “no encajaban del todo”, a pesar de haber hecho grandes esfuerzos por adaptarse.
Algunas han tenido vidas aparentemente exitosas, pero a costa de un alto desgaste emocional. Otras, en cambio, han transitado por diagnósticos parciales —ansiedad, depresión, alta sensibilidad, trastornos del ánimo— sin que nadie haya puesto nombre a la raíz del malestar.
El diagnóstico de neurodivergencia en la edad adulta —ya sea autismo, TDAH o Altas Capacidades Intelectuales (AACC)— no es una etiqueta que limite, sino una herramienta de comprensión y liberación.
Permite mirar atrás con una nueva luz, entender por qué ciertas experiencias resultaban más difíciles, y aprender a construir una vida más coherente con la propia forma de ser.
Desde el Instituto de Neurodivergencias, acompañamos a diario a personas que llegan con esa sensación de estar desbordadas o confundidas por un funcionamiento que no se ajusta al molde.
En esta guía te explico cómo es el proceso diagnóstico en adultos, qué puedes esperar en cada etapa y cómo esta comprensión puede transformar tu vida.
¿Por qué buscar un diagnóstico de neurodivergencia en la edad adulta?
Buscar un diagnóstico no tiene que ver con “etiquetarse”, sino con entender el propio modo de funcionamiento.
Para muchas personas, descubrir que son autistas, TDAH o de Altas Capacidades supone una mezcla de alivio y conmoción: por fin todo encaja.
Beneficios del diagnóstico en adultos
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- Comprensión y validación: deja de interpretarse la diferencia como un defecto personal.
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- Reparación emocional: se resignifica la historia vital desde la aceptación y la compasión.
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- Acceso a apoyos y adaptaciones: tanto en el ámbito terapéutico como laboral.
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- Mejora del bienestar y la autoestima: al entender los propios ritmos, fortalezas y límites.
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- Lenguaje para comunicar la diferencia: lo que permite relaciones más auténticas y coherentes.
Primeras señales: cómo reconocer rasgos neurodivergentes en ti mismo
Cada perfil tiene su propia configuración, pero suelen compartir una forma intensa y particular de estar en el mundo.
En el autismo adulto:
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- Dificultades sutiles en la comunicación social y en la lectura de los códigos implícitos.
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- Necesidad de rutinas o previsibilidad para sentirse seguro.
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- Alta sensibilidad a estímulos sensoriales (ruidos, luces, texturas, olores).
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- Pensamiento muy lógico, literal o analítico.
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- Intereses profundos o muy focalizados.
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- Sensación de agotamiento social y necesidad de aislamiento tras la interacción.
En el TDAH adulto:
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- Dificultad para sostener la atención en tareas no motivantes.
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- Impulsividad, hiperactividad interna o sensación de “mente en movimiento constante”.
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- Desorganización, olvidos o procrastinación crónica.
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- Cambios rápidos de estado emocional.
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- Gran creatividad e intuición, pero dificultad para mantener rutinas o estructura.
En las Altas Capacidades Intelectuales (AACC):
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- Pensamiento rápido, profundo y divergente.
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- Alta sensibilidad emocional o existencial.
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- Curiosidad inagotable, interés por temas complejos o abstractos.
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- Dificultad para conectar con entornos que perciben como superficiales.
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- Sensación de “desfase” entre la propia capacidad cognitiva y la madurez emocional.
Estos tres perfiles pueden coexistir en una misma persona —lo que se conoce como doble o múltiple excepcionalidad— y esa combinación puede generar mucha confusión antes del diagnóstico: personas con AACC y TDAH pueden parecer muy productivas e inestables al mismo tiempo; personas autistas con alta capacidad pueden camuflar sus diferencias durante años; y quienes combinan autismo y TDAH viven una tensión interna constante entre la necesidad de orden y la tendencia al caos.
El proceso de evaluación diagnóstica paso a paso
El diagnóstico adulto requiere tiempo, profundidad y sensibilidad.
No se trata de “pasar un test” sino de comprender cómo funciona una persona en su globalidad: su historia, su cognición, sus emociones y su entorno.
Paso 1: Encontrar al profesional adecuado
El primer paso es elegir un equipo clínico con experiencia en neurodivergencias en adultos.
No todos los profesionales tienen la misma formación o perspectiva.
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- Un médico o psicólogo realiza las entrevistas, pruebas y cuestionarios.
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- Un psiquiatra puede valorar la necesidad de tratamiento farmacológico o descartar comorbilidades.
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- Un neurólogo aporta información sobre aspectos médicos o neurológicos específicos.
Lo más importante es que el enfoque sea neuroafirmativo y especializado en población adulta, especialmente en mujeres, personas camufladas o con alta capacidad, donde los rasgos pueden ser más sutiles.
En el Instituto de Neurodivergencias, todos los procesos diagnósticos los abordamos desde una mirada integradora, respetuosa y libre de juicios. Nos interesa comprender la historia completa, no encajar a la persona en un listado de síntomas.
Paso 2: Entrevistas clínicas y la historia de vida
Las entrevistas son el núcleo del proceso.
Se explora la trayectoria vital, educativa, laboral y emocional del paciente.
Se abordan preguntas como:
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- ¿Qué dificultades aparecieron en la infancia?
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- ¿Cómo te relacionabas con tus iguales?
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- ¿Qué temas o actividades te absorbían por completo?
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- ¿Cómo vives actualmente el estrés, la planificación o la comunicación con otros?
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- ¿Qué estrategias has utilizado para adaptarte?
También se solicita, cuando es posible, información complementaria de familiares, que permiten observar la continuidad de los rasgos a lo largo del tiempo.
El objetivo no es buscar “defectos”, sino reconocer patrones consistentes de funcionamiento que expliquen la experiencia vital de la persona.
Paso 3: Pruebas psicométricas y cuestionarios estandarizados
Una evaluación rigurosa incluye pruebas validadas que permiten conocer distintos aspectos del funcionamiento cognitivo y emocional.
Entre las más utilizadas se encuentran:
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- WAIS-IV (Wechsler Adult Intelligence Scale): evalúa diferentes áreas de la inteligencia y ayuda a detectar perfiles desiguales, comunes tanto en AACC como en autismo o TDAH.
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- ADOS-2 (Módulo 4): herramienta estandarizada para evaluar rasgos del espectro autista en adultos.
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- DIVA-5: entrevista estructurada específica para TDAH en población adulta.
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- Baterías de creatividad, pensamiento divergente y velocidad de procesamiento, útiles para valorar perfiles de Alta Capacidad.
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- Cuestionarios complementarios sobre disfunción ejecutiva, sensibilidad emocional, ansiedad o burnout.
Estas pruebas no buscan etiquetar, sino comprender el perfil completo de fortalezas, desafíos y compensaciones.
En adultos con AACC, por ejemplo, un cociente intelectual elevado puede enmascarar dificultades atencionales o sociales; en cambio, un perfil autista puede mostrar gran coherencia lógica y pensamiento profundo sin requerir altas puntuaciones cognitivas.
¿Qué incluye el informe diagnóstico y cómo interpretarlo?
El resultado del proceso es un informe integrador, que va más allá del “sí” o “no” a un diagnóstico.
Incluye:
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- La historia clínica y los antecedentes personales.
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- Los resultados de las pruebas aplicadas.
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- Un análisis cualitativo de los patrones observados.
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- Conclusiones diagnósticas (autismo, TDAH, AACC o combinaciones).
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- Recomendaciones personalizadas para la vida cotidiana, laboral y emocional.
Comprendiendo tu perfil: más allá de una etiqueta
Cada informe es un mapa.
Refleja cómo piensas, cómo percibes y cómo respondes al mundo.
En algunos casos se identifican perfiles mixtos —por ejemplo, TDAH + AACC o Autismo + AACC + TDAH—, lo que requiere una interpretación más matizada.
Estas combinaciones no implican “más dificultad”, sino mayor complejidad:
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- Las personas con doble excepcionalidad suelen tener una mente muy rápida pero un cuerpo o una atención que no les sigue el ritmo.
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- Las personas autistas con alta capacidad tienden a hiperanalizar y sobrecontrolar, generando agotamiento mental.
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- Las personas con TDAH y AACC viven en constante búsqueda de estímulo y sentido, lo que puede derivar en frustración o dispersión.
Comprender este perfil no significa definirse por él, sino usarlo como base para el autoconocimiento y la autorregulación.
La vida después del diagnóstico: construyendo tu caja de herramientas
El diagnóstico es un punto de partida.
A partir de ahí comienza un proceso de integración, autoconocimiento y cambio.
Opciones de acompañamiento: terapia, coaching y apoyos integrales
Tras recibir el diagnóstico, muchas personas experimentan una mezcla de alivio y confusión.
Por eso es fundamental contar con un acompañamiento terapéutico especializado.
Entre las opciones que más recomendamos:
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- Psicoterapia humanista integrativa, centrada en integrar la experiencia emocional y resignificar la historia personal.
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- Terapia o coaching ejecutivo, para desarrollar estrategias de planificación y gestión del tiempo (especialmente en TDAH).
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- Acompañamiento en Altas Capacidades, que ayuda a modular la autoexigencia, el perfeccionismo y la sensación de vacío.
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- Terapia ocupacional o psicoeducativa, enfocada en crear rutinas y entornos más ajustados a las necesidades sensoriales y cognitivas.
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- Apoyo farmacológico, cuando es pertinente, para mejorar la concentración, el sueño o la regulación emocional.
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- Grupos de apoyo y comunidades neurodivergentes, que favorecen la pertenencia y la identificación positiva.
Comunicar tu diagnóstico a familiares, amigos y en el trabajo
Decidir si compartir o no el diagnóstico es una elección personal.
No se trata de justificarse, sino de buscar comprensión y entornos seguros.
Algunas recomendaciones:
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- Comunícalo cuando sientas que puede aportar comprensión, no defensa.
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- Usa ejemplos concretos de cómo funcionas mejor.
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- Ofrece información clara y fiable (puedes remitir a artículos o recursos del Instituto, muchas veces la informacion allana el camino).
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- No necesitas contarlo a todo el mundo: tu neurodivergencia es parte de ti, no toda tu identidad.
A veces, comunicarlo abre espacios de empatía y colaboración; otras, es mejor proteger la propia intimidad. Lo importante es que la decisión parta del autocuidado y la autenticidad.
Un nuevo comienzo
El diagnóstico de autismo, TDAH o Altas Capacidades en la adultez es un proceso profundo, que une ciencia, identidad y emoción.
No cambia quién eres: te ayuda a entender por qué eres como eres.
Pone palabras donde antes había confusión, y abre el camino hacia una vida más coherente, sostenible y alineada con tus verdaderas necesidades.
Buscar un diagnóstico no es un acto de debilidad, sino de madurez y autoconocimiento.
Es dejar de luchar contra uno mismo y empezar a construir desde la aceptación.
Cada cerebro tiene su propio ritmo, su propia lógica y su propio modo de brillar.
El diagnóstico es la llave que te permite comprenderlo y acompañarlo.
Si este artículo resuena contigo y estás considerando iniciar tu propio proceso de evaluación,
mi recomendación es que lo hagas





